
Sorpresa y perplejidad es la sensación que trasladó ayer la banca después de que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se sacase de la chistera que recaudará 1.500 millones de euros al año a través de "un impuesto excepcional y temporal" al sector durante el bienio 2022-2023 para financiar las medidas desplegadas para aliviar el impacto de la guerra de Ucrania a los colectivos y sectores más vulnerables. Supone que despojará a las entidades del 8,5% de los 17.700 millones de euros que los analistas proyectan que ganará la banca cotizada este año (Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell, Bankinter y Unicaja) y otro 7,9% de los 18.900 millones estimados para 2023. El simple anuncio provocó un terremoto en bolsa que se tradujo en pérdidas para sus accionistas del doble de la recaudación prevista -la capitalización conjunta sucumbió en 5.300 millones-.
Sánchez justificó que gravará "a las entidades financieras que se están beneficiando de la subida de los tipos de interés", algo que las patronales se apresuraron a cuestionar. "Conviene recordar que la subida de tipos supone una normalización de la política monetaria, tras una década ultraexpansiva, y que no podemos anticipar su impacto neto en los balances de las entidades", indicó la CECA, subrayando que "es una medida que no contribuye a armonizar los regímenes fiscales dentro de la Unión Bancaria".
Para el portavoz de la AEB, José Luis Martínez Campuzano, la medida refleja "la improvisación jurídica" en que opera "un sector tan importante para la economía y la sociedad". Denunció que "distorsiona el mercado" porque, entre otras cosas, no hay impuestos así en los principales mercados europeos, lamentó que el sector "no ha sido consultado ni informado", y cuestionó que la simple subida de tipos vaya a mejorar la rentabilidad del sector porque busca doblegar la inflación y podría desacelerar la economía.
No es la primera vez que la banca se ha visto amenazada por la creación de una figura tributaria especial para sufragar gastos sociales. El socio de coalición del Gobierno Unidas Podemos ha insistido, de hecho, en el pasado en crear un tributo a su cargo para financiar las pensiones, y con las últimas crisis se ha creado la 'Tasa Tobin', un tributo sobre los depósitos y fue el sector además que se quedó fuera, junto al energético, de la rebaja del 30 al 25% en el impuesto de sociedades.
Con la inminentes subidas de tipos, el sector había cogido tracción ante la expectativa de una recuperación de los márgenes. UBS estima que por cada cuarto de punto que suba el euríbor las entidades españolas ganará hasta un 10% más, pero el despegue del margen no será inmediato y habrá que esperar a 2024 a que se recoja en toda su integridad.
Fuentes financieras observan que drenar la cuenta "desalentará" mejoras en las ofertas y retrasará la remuneración de los depósitos, mientras que algunos expertos avisan de que lo acabará pagando el consumidor.
"La banca repercutirá el impuesto subiendo las comisiones y agravando el problema de exclusión financiera de los más vulnerables", auguró desde su cuenta de Twitter el abogado y economista de la Universidad Carlos III, Fernando Zunzunegui, en línea con el economista Santiago Niño-Becerra: "esos impuestos a la banca y a las eléctricas pueden ser muy poco efectivos porque son susceptibles de ser repercutidos a usuarios y consumidores". El fiscalista Francisco de la Torre reparó a su vez en que su primer efecto es un desplome de la banca en bolsa. "Y el Estado, vía FROB, tiene un 16% de CaixaBank, que hoy vale un 10% menos. Esta depreciación, si no se corrige, son cerca de 400 millones menos", agregó.
Caída en bolsa
La banca perdió ayer más 5.300 millones de capitalización en solo una sesión, un 3,6% de su valor en bolsa, y eso que hubo cierta moderación en las caídas a cierre de la sesión. Las mayores ventas fueron a parar a aquellas entidades con una mayor exposición doméstica y que, dado su perfil de hipotecario, se encuentran más escoradas a tipo variable y serán, por tanto, más beneficiadas de la subida de tipos. CaixaBank fue la entidad más bajista, con pérdidas del 8,6%, seguida de Unicaja (-7,7%) y Sabadell (-7,4%).
En todos los casos, sus acciones cayeron a mínimos de marzo. Santander y BBVA saldaron la sesión con un retroceso del 3,7%-3,8%, aunque su situación en mercado –que ya venía penalizada de tiempo atrás- conduce a sus títulos a cotas no vistas desde hace año y medio. Bankinter perdió a su vez un 5,1%. "Esta noticia es negativa dado que implica una menor rentabilidad para el sector e implica una generación de capital más limitada, en un entorno de incertidumbre sobre el rumbo que tomará el coste de riesgo para los bancos ante las dudas sobre una posible recesión económica", apunta Renta 4 en declaraciones a Bloomberg.
El Ibex 35 fue el índice que peor comportamiento registró de toda Europa dado el importante peso del sector bancario, con cerca del 30% de ponderación. El selectivo nacional retrocedió un 0,62% frente a la subida del 0,44% del EuroStoxx 50 o el 0,29% del Dax Xetra germano.
El optimismo inicial ante un acelerón en la subida de tipos por parte del Banco Central Europeo (BCE) que se recogió en bolsa con fuertes subidas para CaixaBank, Sabadell y Bankinter, principalmente, se ha ido esfumando ante las alarmas sobre una posible recesión, la advertencia de Fráncfort al sector sobre la retribución al accionista en el contexto actual; y que ahora ha venido a rematar el Gobierno. Así, el 40% de revalorización que registraron títulos como las dos entidades catalanas en el año hace solo unas semanas se ha diluido hasta niveles del 12% para la entidad que capitanea Gonzalo Gortázar; al 7% en Bankinter o del 3,4% para el banco liderado por César González Bueno. En BBVA las pérdidas son ya superiores al 21% y para Santander, del 16%.